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Análisis Semanal | El regreso de Trump ¿qué tanto afectará a Latinoamérica?

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Escrito por Gustavo Irías

El regreso de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, el 20 de enero de 2025, representa un acontecimiento de gran relevancia en la actual disputa geopolítica mundial, así como en la pugna por definir el carácter y el modelo de sociedad que predominará en los próximos años a nivel mundial. Sin lugar a dudas, se trata de un punto de inflexión. Trump surge de un enorme respaldo popular hacia sus concepciones ultraconservadoras y antiglobalistas, que reflejan el reconocimiento, al menos por parte de un sector de la élite estadounidense, del fracaso de la actual fase neoliberal. Su agenda aboga por el cierre de las fronteras (proteccionismo), el fortalecimiento de la industria nacional, la reducción al máximo del gasto público, el rechazo al multilateralismo, la negación de la crisis climática y la búsqueda de la recuperación de la “grandeza americana”.

Un aspecto muy relevante en el evento, fue la presencia de los grandes magnates de Silicon Valley, como los líderes de X, Tesla, Meta, Amazon, Google, entre otros. Este hecho envió un poderoso mensaje de respaldo a la reestructuración del mundo, tal como lo propone el antiglobalismo, el que coloca las redes sociales como herramienta al servicio de este proyecto. Esto confirma, a la vez, la interrelación entre la política y los negocios en el nuevo contexto internacional. Elon Musk, CEO de Tesla y director ejecutivo de X, será el responsable de liderar la reestructuración del Estado Federal. Al igual que Javier Milei, presidente de Argentina, Musk ha prometido pasar una “moto sierra”, para poner fin a la centenaria burocracia meritocrática estadounidense.

El discurso inaugural de Trump estuvo marcado por un ataque frontal a la inmigración irregular y por una batalla cultural hacia el rescate de lo que considera los valores tradicionales y conservadores: el patriarcado, el rechazo y desconocimiento a las nuevas identidades de género y el retorno a concepciones colonialistas (conquista y reconquista de espacios territoriales extra nacionales). A diferencia de otros discursos presidenciales, la mención a América Latina estuvo ausente, solo fue evocada en referencia a su política antiinmigración (con la declaración de estado de emergencia en la frontera sur) y de sus renovadas aspiraciones colonialistas (el llamado a apoderarse de nuevo del Canal de Panamá y el cambio de nombre al Golfo de México).

Sin embargo, esto no significa una indiferencia hacia la región. Por el contrario, por primera vez en su historia, el Departamento de Estado estará bajo la conducción de un colectivo de estadounidenses de origen latino, que bien podría denominarse “el grupo de Miami”. Marco Rubio quien es el nuevo Secretario de Estado (ya fue confirmado por el Senado), es conocido por sus posturas ultraconservadoras en política exterior y adversas a los movimientos progresistas latinoamericanos (sin importar su signo político). Estas circunstancias, más el conjunto de intereses en juego, ha llevado a Oliver Stuenkel, en un artículo para Foreign Policy, a sostener que “existen pruebas sólidas de que, al menos en el caso de América Latina, el regreso de Trump a la Casa Blanca conduciría a una política exterior estadounidense mucho más intervencionista”.

Las órdenes ejecutivas

Nunca en la historia estadounidense un gobierno entrante había demostrado una eficiencia comparable a la de Trump en su segundo mandato, encaminado a cumplir con sus principales promesas de campaña y generar los cambios jurídicos e institucionales necesarios para actuar de inmediato. En este artículo, nos enfocaremos en las medidas relacionadas con la inmigración, porque impactarán directamente en la frontera sur o en el mal llamado “patio trasero” (México y Centroamérica). Una herramienta relevante para implementar estos cambios son las denominadas órdenes ejecutivas. A continuación, presentamos un resumen de las más relevantes, basado en las noticias de BBC, La Jornada, Crónica y EFE:

  • Cancelación de la aplicación móvil para la suscripción de citas. Esta decisión derogó uno de los mecanismos que permitía a los migrantes ingresar de manera legal a los Estados Unidos, para solicitar refugio o asilo político.
  • Emergencia nacional en la frontera. El significado concreto de esta medida es la militarización de la frontera con México. El Pentágono ordenó el despliegue de 1,500 efectivos que se sumarán a los 2,200 militares en activo y a los 4.500 reservistas de la Guardia Nacional de Texas, que ya están desplegados en la frontera.
  • Cierre de la frontera. Trump ordenó a los militares «sellar las fronteras» al citar como justificación el flujo de drogas ilícitas, el contrabando de personas y la delincuencia relacionada con los cruces fronterizos.
  • Designación de pandillas y carteles como terroristas globales. Esta orden ejecutiva denomina a los carteles de la droga y a las bandas criminales transnacionales como organizaciones terroristas extranjeras. Esto abre el peligroso camino de la intervención militar directa en México y probablemente en Centroamérica.
  • Reanudar la construcción del muro. Como parte de su declaración de emergencia en la frontera sur, Trump ordenó a los jefes de las agencias relanzar los esfuerzos para «construir barreras físicas adicionales a lo largo de la frontera sur».
  • Quédate en México. Esta orden obliga a los migrantes de diversas nacionalidades no mexicanas a quedarse en México, a la espera de las solicitudes de asilo o refugio. Pero esta medida requiere de un acuerdo con el gobierno mexicano.
  • Supresión de las ciudades y lugares santuarios. Una medida inesperada es la orden de detener a población migrante en escuelas, iglesias, lugares de culto, centro de salud e incluso en las denominadas ciudades santuarios (Los Ángeles, Chicago y otros). Sobre este último punto, otra orden ejecutiva busca suspender fondos federales a ciudades que rehúsan a cooperar con las autoridades migratorias en las persecuciones.

A pesar de que estas disposiciones del Ejecutivo son de aplicación inmediata, se enfrentan a los desafíos jurídicos de su impugnación por organizaciones civiles e incluso a la imposibilidad de su aplicación por bloqueos constitucionales. Para el caso, la utilización de la fuerza ejército en acciones que son privativas de la policía de migración.

En el marco de estas medidas, la Unión Americana de Libertades Civiles (UCLU) presentó iniciativas legales “ante tribunales para frenar la decisión del gobierno de acelerar las deportaciones sin un proceso legal justo” (La Jornada). Pero, simultáneamente, a favor del proyecto Trumpista está actuando el Congreso. Esta instancia legislativa aprobó la Ley Laken Riley, mediante la que se obliga al servicio de inmigración a detener a todo inmigrante indocumentado acusado de delitos, aún los menores, y preparar su deportación (La Jornada).

Este conjunto de medidas antimigrantes marca significativas diferencias con la administración Obama, Biden e incluso con la primera de Trump. En este escenario, muy debilitadas han quedado las voces que pugnan por la migración como un derecho humano universal y, por el contrario, lo que se ha posicionado es una magnificada visión imperial del mundo rico y desarrollado occidental en el cual los excluidos y expulsados de las semiperiferias no tienen cabida. En concreto, se ha instalado un temor generalizado en la población migrante que se enfrenta, de la noche a la mañana, a un Estado policiaco que ha montado una verdadera “cacería humana”, utilizando todos los instrumentos disponibles (legales, policiales y posiblemente militares).

El primer viaje al extranjero del Secretario de Estado

Marco Rubio anunció su primer viaje al exterior y no es a Rusia, China ni Oriente Medio, es a Centroamérica. Este hecho podría indicar la prioridad que tendrá esta subregión para la administración Trump. La gira abarcará a Panamá, Guatemala, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana.

La gira parece significar que la prioridad es más de corte político, que relacionada con la cooperación para el desarrollo (ayuda económica e inversión directa estadounidense). Y esta prioridad estaría orientada a recomponer y recuperar la influencia estadounidense en la región en su conjunto, cuestionada desde hace más de dos décadas por progresismos de diverso signo político (chavistas, socialdemócratas y popular-nacionalistas).

Para aproximarnos a los alcances de la gira de Rubio, es necesario tener presente sus primeras acciones como jefe de la política exterior de la Casa Blanca:

  • Cuba país patrocinador del terrorismo. En los últimos días de su administración, Biden retiró a Cuba de los países patrocinadores del terrorismo. Esta acción es posible que haya sido más una provocación a la nueva administración por instalarse, que una decisión genuina. Por su parte, casi simultáneamente, en la audiencia de confirmación ante el Senado, Marco Rubio expresó que no tenía “ninguna duda” de que Cuba “cumple con todos los requisitos para ser un Estado patrocinador del terrorismo”, (El País ). En efecto, una de las primeras órdenes ejecutivas de Trump fue, precisamente, dejar sin vigencia la determinación de Biden y reintegrar a Cuba a esa lista.
  • Recuperación del Canal. También, en la audiencia de confirmación, al consultársele a Rubio sobre el Canal de Panamá, aunque fue más moderado que Trump, expresó que se sentía “obligado a sospechar que se podría argumentar que se han violado los términos bajo los cuales se entregó ese canal”. No obstante, agregó “Panamá es un gran socio en muchos otros asuntos, y espero que podamos resolver este asunto del canal”, (Associated Press ).
  • Sobre la situación en Venezuela. Una vez confirmado como secretario de Estado, el 22 de enero, una de sus primeras acciones fue sostener una reunión virtual con Edmundo Gonzáles y con María Corina Machado. Según un comunicado de la Embajada de los EEUU en Panamá, en esa reunión “el secretario Rubio reafirmó el apoyo de Estados Unidos al restablecimiento de la democracia en Venezuela, así como a la liberación incondicional e inmediata de todos los presos políticos en consonancia con las aspiraciones democráticas pacíficas del pueblo venezolano”, (Embajada EEUU en Panamá).

Estas primeras decisiones imprimen lo que será la nueva política exterior estadounidense, cargada de amenazas, negociaciones e imposiciones incluso con los gobiernos potencialmente aliados, como el caso de Panamá.

Al reflexionar sobre la primera gira de Rubio, es inevitable creer que tendrá que abordar el espinoso caso del Canal de Panamá. Para algunos analistas, este tema no responde a reales amenazas del control de China (considerando la operación de algunas de las terminales manejadas por empresas de ese país), sino a posibles intereses privados, cercanos a Trump, motivados por los beneficios de este negocio, en clara referencia al club de millonarios del Silicon Valley (entrevista a Juan Gabriel Tokatlian, BBC).

En Guatemala, la visita tendrá tres elementos de contexto relevantes: el primero, el apoyo de Rubio y del grupo de Miami en el desmantelamiento de la CICIG y su ayuda al llamado “Pacto de Corruptos”. El segundo, la invitación del Partido Republicano a la toma de posesión de Trump, a la fiscal general Consuelo Porras, quien fue incluida en la lista Enyel, en el 2022. Porras es una figura central que pretendió impedir la toma de posesión de Bernardo Arévalo y es un actor clave en la actual oposición política. Y, tercero, la llegada del primer contingente de deportados a ciudad de Guatemala (en dos aviones militares y un vuelo chárter). En círculos progresistas en Washington se considera que Guatemala es uno de los gobiernos con mayor riesgo en su estabilidad política de frente a la actual administración estadounidense. Por eso surge la interrogante, Rubio llegará a ¿conciliar o amenazar?

En el caso de El Salvador, a pesar de que también ya recibió su primer contingente de deportados, Bukele es parte del grupo selecto de políticos cercanos a la actual Casa Blanca (junto con Milei, Noboa y Bolsonaro). Es un hecho que en la administración Trump el modelo de seguridad de Bukele es admirado y podría existir la aspiración a que fuera replicado a un mayor número de países de la región. En ese sentido, el encuentro de Rubio y Bukele tendrá un tono amistoso y de búsqueda de una colaboración activa en la implementación de la nueva estrategia estadounidense en la región.

Pero, en general, en el contexto de los países que serán visitados, estarán presentes tres temas: el primero, la detención del flujo de migrantes y su recepción. El segundo, la búsqueda de apoyo para la reducción de la presencia de China en la región.

De los países incluidos en la visita, El Salvador, Panamá, República Dominicana y Costa Rica se rigen por el principio del reconocimiento de una sola China y desconocen a Taipe. Para varios expertos, una fuerte frustración de Trump en su primer mandato fue no haber logrado el apoyo en América Latina en este propósito. Por eso, en este segundo mandato pondrá todos los medios a su alcance para alcanzarlo o por lo menos tener más logros de los obtenidos en su primera administración.

Y el tercero, será la situación de Venezuela, los EE.UU requieren el máximo apoyo político de los países latinoamericanos para abordar este complejo contexto. Aunque la falta de declaraciones oficiales contundentes sobre esta situación pareciera apuntar a que la administración Trump aún no ha adoptado una posición de qué hacer y se encuentra atrapado entre los intereses de la Epson (y otros amigos petroleros) y las aspiraciones de la oposición política venezolana.

La exclusión de Honduras de la gira y su significado

Honduras y Nicaragua son los únicos dos países pertenecientes al Sistema de Integración Centroamericana (SICA) que no fueron incluidos en la gira de Rubio. La exclusión de Honduras obedece a cuestiones geopolíticas: su alineamiento con el eje Caracas, La Habana y Managua es la razón fundamental. Honduras es de los pocos países de la región que reconoció la legitimidad de las elecciones venezolanas de julio pasado, una posición muy distante de otros progresismos como los de Brasil, México, Colombia y Uruguay que no realizaron pronunciamientos de apoyo. Es más, Brasil impidió el ingreso de Venezuela a los BRICS.

Adicionalmente, Honduras denunció el Tratado de Extradición con los EE. UU aduciendo razones de injerencia política desde Washington, pero la oposición política sostiene que la decisión se adoptó para proteger a Carlos Zelaya, integrante de la familia presidencial, quien apareció en un narco video, en el mismo rango de fecha de la denuncia del tratado. En caso de hacerse efectiva, la anulación del acuerdo de extradición entraría en vigor el 28 de febrero próximo.

También, el 1 de enero de este año, la presidenta de la República, Xiomara Castro, advirtió que si el “presidente electo de EE.UU., Donald Trump, hace una deportación masiva de hondureños la base militar estadounidense en territorio del país no tendría razón de existir», RTVE.

Hasta el momento, la actual administración estadounidense no ha hecho comentarios oficiales sobre las posturas y acciones del gobierno hondureño, pero, considerando el curso de las primeras decisiones del gobierno de Trump, es obvio que Honduras se encuentra en una posición muy incómoda y difícil.

En relación con la reciente visita de Rubio, la congresista republicana María Elvira Salazar escribió en su cuenta de X: “(Marco Rubio) hará su primer viaje oficial a América Latina como Secretario de Estado. Un mensaje FUERTE de la Administración Trump a nuestros aliados: una América Latina fuerte y libre significa unos Estados Unidos de América fuertes y libres” (https://x.com/RepMariaSalazar/status/1882449383398207607). Sin mencionar a Honduras, el mensaje es evidente.

Por razones diferentes, México es el otro país de esta subregión en una posición complicada. Este país está amenazado con una intervención militar directa, con la inundación de inmigrantes mexicanos y de otros países; con la imposición de altos aranceles que colocarían en riesgo su posición como principal socio comercial de los EE. UU., y los logros sociales y económicos alcanzados por la cuarta transformación. En este escenario, el único camino para México será la negociación y la alta probabilidad de ceder en aspectos críticos porque “el estilo de Trump no es conducente a un esquema de “ganar-ganar”; para él, una negociación debe concluir con la aceptación de la contraparte de sus condiciones” (Foreign Affairs Latinoamérica). El gobierno de Honduras, en una posición más desventajosa, no tendría más opción que redefinir su actual posición y buscar la negociación.

Las recientes tensiones y acuerdos entre la administración estadounidense y el presidente colombiano, Gustavo Petro, marcan los límites   de maniobra y negociación que tendrán los países latinoamericanos respecto al gobierno presidido por Donald Trump.

Regresando al caso de Honduras, el alineamiento geopolítico de Honduras tendrá otras implicaciones, particularmente en clave electoral. En un artículo reciente, reflexionamos sobre la influencia del “grupo de Miami” en Honduras, representado por la Alianza Republicana de las Américas, liderada por la congresista María Elvira Salazar. Esta legisladora ha sostenido diversos encuentros con líderes significativos de la oposición política hondureña. Sin lugar a duda, este nuevo contexto mundial intensificará la polarización política en las elecciones primarias y generales de Honduras.

Lo anterior es confirmado por recientes iniciativas de personajes vinculados activamente a la campaña electoral de Trump (entre ellos, Gavin Mario Was y Roger Stone) que han comenzado a promover la campaña por el indulto presidencial  a favor de Juan Orlando Hernández. Según Was y Stone sería una manera de enviar “un mensaje contundente a la Presidenta Xiomara Castro que se opone a la deportación de inmigrantes” y de paso “poner en libertad a un fiel aliado político de Washington”.

En resumen:

La toma de posesión de Donald Trump marca un punto de inflexión en el mundo y la región, es la puesta en marcha de un nuevo modelo económico y político, respaldado en el amplio apoyo de mayorías desfavorecidas por el neoliberalismo, enfadadas con el sistema y que han colocado sus esperanzas de mejora en los ganadores de siempre. Pero en lugar de mejoras para las mayorías, se abre un escenario en el cual las desigualdades continuarán ensanchándose, las aspiraciones por la democratización de la sociedad se verán resquebrajadas o en todo caso entrarán en una senda descendente. El calentamiento global y la crisis climática seguirá castigando sin clemencia a la humanidad. Las tendencias del histórico intervencionismo estadounidense renacerán, no necesariamente con nuevas agresiones armadas, pero estas estarán en la agenda. Las actuales amenazas a México, podrían ser las amenazas para toda la región.

Finalmente, tal como indican William Galton y Elaine Kamark , el discurso inaugural de Trump fue “coherente con su campaña”. No obstante, advierten que “…si desea mantener el apoyo de la mayoría, debe reconocer que los votantes que lo llevaron a la cima no fueron fervientes partidarios de MAGA [«Haz a los Estados Unidos grande otra vez»], sino, más bien, votantes indecisos que decidieron que él ofrecía una mejor oportunidad que su oponente para resolver problemas específicos, entre otros, los altos precios de los productos básicos de la vida diaria. Si gobierna con una línea dura en materia de inmigración y cuestiones culturales, puede consolidar su base leal, pero si no logra reducir los precios elevados o restablecer las esperanzas económicas de movilidad ascendente, corre el riesgo de perder a los votantes indecisos y revitalizar a sus desanimados oponentes. En una era de mayorías estrechas y cambiantes, este es un riesgo que ignora a su propio riesgo”.

Todavía quedan muchas preguntas sin respuestas. Por eso, es muy importante seguir de cerca y evaluar cada nueva decisión, hecho y gesto.

No son buenos tiempos, sin embargo, en este contexto histórico de cambios inesperados y de mayorías volátiles habrá que continuar tejiendo la esperanza “desde aba” por democracias más incluyentes con redes y organización de mujeres, comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, juventudes y todo grupo social excluido y vulnerable.

 

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