Por Xiomara Orellana y Claudia Mendoza
Parte II
Tres hombres narraron en una de las audiencias del segundo juicio que se le sigue a la ex primera dama de Honduras, la forma en cómo se hicieron pasar por zapateros, sin tener talleres o haber tocado en su vida pegamento, gamuzas o suela alguna. Unos eran amigos y otros subalternos de los empleados de primera y segunda categoría en el despacho de Rosa Elena Bonilla de Lobo, contratados para prestar sus documentos de identificación, cambiar cheques emitidos con sus nombres, entregar el dinero y cobrar una comisión.
Un breve recordatorio del origen
En 2010, a Rosa Elena Bonilla se le ocurrió estructurar un programa para regalar zapatos a los niños pobres de Honduras, por eso, en febrero del 2011, lo anunciaba con fanfarria. “Nosotros tenemos un programa que inició este año y es Calzando a los Niños de Honduras y la meta es poder llegar a un millón y medio de niños, pero se tiene que ir capacitando a las personas en cada sector, ya que la idea es que en cada lugar se produzca el calzado que los niños necesitan y así generar empleo y recursos”, dijo a los medios locales en ese momento.
“Impactar en el sector productor de ese rubro en cada comunidad”, fue la premisa que utilizó Bonilla para “capacitar a productores de zapato a nivel nacional”. Para lograrlo, anunció que la capacitación se haría a través del programa Mano Amiga, del Programa de Asignación Familiar (PRAF).
Los medios de comunicación hondureños registran que, en febrero del 2013, Rosa Elena Bonilla hizo una primera entrega de uniformes, mochilas y zapatos escolares a estudiantes de la escuela Francisco Morazán de la colonia Nuevo Tiempo, de Comayagüela, ubicada en el sector llamado El Botadero. Bonilla resaltó que lo entregado fue el trabajo de “hombres y mujeres de la comunidad, quienes fueron capacitados en la Escuela Técnica del Ejército de Honduras, lo que ha permitido la generación de empleo en las comunidades beneficiadas en los 18 departamentos del país”.
Pero el 28 de febrero del 2018, cinco años después, Rosa Elena Bonilla acaparaba las primeras planas de los medios de comunicación porque era capturada y acusada de extraer, de forma irregular, 12.2 millones de lempiras del proyecto de calzado para niños, y pasarlos a su cuenta personal. “La Caja Chica de la Dama”, le llamó la extinta Misión de Apoyo contra la Corrupción en Impunidad (MACCIH), al caso de corrupción que involucraba, por primera vez, a una primera dama en este país centroamericano.
Hoy, Rosa Elena Bonilla enfrenta un segundo juicio en los tribunales de justicia de Honduras, que comenzó el pasado 8 de febrero.
Los contratos para los 42 mil zapatos
Con algo de imaginación, los detalles que surgieron de la audiencia del juicio en el que participaron tres hombres a quienes se les identificó como testigo protegido Tp2, testigo Tp4 y testigo Tp7, podrían dar pie de partida a cuentos de ladrones carismáticos que, con caretas de ilusos, dicen que no hicieron nada más que cambiar millonarios cheques a cambio de una recompensa. Y es que así ocurrieron los hechos.
Un trabajo para solo cambiar cheques
Era el 2010, año en el cual el testigo Tp2 fue llamado por una persona que trabajaba en las Unidades de Desarrollo Comunitario (UDECO), un programa presidencial que se ejecutaba en las oficinas que se ubican, precisamente, frente a Casa Presidencial.
“Esta persona me dijo que había un trabajo, que el trabajo era solamente de cambiar unos cheques”, comenzó diciendo el testigo protegido en la audiencia. La persona que lo contactó le pidió su documento de identificación y fue así como sus datos personales pasaron a formar parte del contrato para fabricar zapatos.
Con esos documentos, tres cheques a su nombre se emitieron y fueron cobrados, posteriormente, en el Banco Nacional de Desarrollo Agrícola (BANADESA), junto a varias personas que le acompañaron el día y hora indicados. “Entre ellos estaban Manuel Mauricio Mora Padilla (cuñado de Rosa Elena Bonilla), Elvin Rodas, Saúl Escobar y otras personas”.
En esta etapa de su narrativa, el testigo afirma que hubo un tiempo importante de espera mientras en el banco se hacía la transacción. “Luego de unos 30 minutos, pasamos otra vez a la ventanilla donde nos entregaron el dinero. Nos entregaron el dinero por todos los cheques, no recuerdo bien la cantidad de cada cheque, pero sí recuerdo que eran tres”, sostuvo.
Juntos, los cheques sumaban un poco más de un millón de lempiras. “Era bastante dinero. Me dieron el dinero en un sobre de papel manila”, agrega. Al cambiar el cheque, Tp2 salió del banco y se fue a una camioneta en donde estaba Elvis Rodas, la persona a quien le entregó el dinero. “Él solo lo vio, lo puso a un lado del carro y yo me bajé a esperar a las demás personas que venían y que andaban haciendo lo mismo”.
Por esa transacción, a Tp2 se le dio una comisión de entre dos y tres mil lempiras. “Salí de allí y me fui para mi casa como si nada hubiera pasado”.
En el 2014
Tp2 afirma que cuatro años después lo volvieron a llamar para hacer la misma transacción. La persona que lo contactó “me dijo, fijate que hay un trabajo, lo mismo de aquella vez. Solo hay que cambiar los cheques, y yo le dije está bien”. Para ese entonces, ya habían pasado varios años y Tp2 dice que no había tenido problema alguno.
“Esa vez me dijo que iba a ser en el Banco Ficohsa, en la agencia principal, que sólo tenía que llegar allí y que ellos me iban a dar los cheques para cambiarlos”, narró, mientras, afirma que nuevamente le fueron llevados contratos y documentos en los que estampó su firma.
Al igual que en el 2010, los documentos establecían el compromiso de entregar zapatos en un determinado lapso de tiempo. Y así, luego de narrar los contratiempos que surgieron en el banco, el cheque en cuestión fue cobrado y Tp2 afirma que recibió una comisión de entre dos y tres mil lempiras por la transacción.
No tengo fábrica de zapatos
Durante la narrativa de los hechos, Tp2 fue enfático en sostener que nunca ha tenido fábricas de zapatos, que nunca ha sido zapatero. “Solo se me contactó para que cambiara los cheques sin ser zapatero, sin ser nada. Yo solo cambié los cheques, recibí la pequeña comisión que me daban y yo seguí con mi vida”.
Al finalizar su reiterativa declaración, Tp2 le afirmó al Tribunal que no volvió a saber nada de este grupo de personas hasta que fue contactado por el Ministerio Público, para rendir su testimonio en el juicio.
¡Cambiaba cheques sin saber leer ni escribir!
A la audiencia llegaron dos testigos protegidos más, que adujeron haber sido contratados única y exclusivamente para cambiar los cheques. Los tres testimonios coinciden en que los cheques se emitieron a sus nombres, previo a la firma de contratos diversos para la fabricación de zapatos.
¿Usted indicó que cambiaba cheques porque era buen empleado, ¿empleado de dónde?, le increpó el Ministerio Público a Tp7, el tercer testigo respondió, “del despacho de la primera dama”. Fue así como las personas que estaban en la audiencia se dieron cuenta que este personaje, a quien se le llamó Tp7, era parte de los empleados de Bonilla.
Tp7 dijo que por eso conocía a Julio Galdámez, a Mauricio Mora y Juan Carlos Morán, nombres que también son citados en los testimonios de los anteriores testigos. “Me dijeron que era parte de mi trabajo cambiar unos cheques y que había gente que estaba esperando ese dinero. Como empleado lo hice. Julio Galdámez se ocupaba del dinero, que fuera rápido que lo cambiara y él me decía que iba a salir un cheque a mi nombre y que tenía que irlo a cambiar”, afirmó en su intervención.
¿Quién le entregaba los cheques que usted mencionó?, insistió en preguntar el MP. “Julio Galdámez me los entregaba. Me decía que había salido un cheque a mi nombre, muchas veces en UDECO. Otras veces llegaba donde yo estaba”, respondió.
Cuando el MP le preguntó a Tp7 por qué Julio Galdámez le entregaba los cheques, dijo que este funcionario le decía que “era para pagar unos zapatos y unos uniformes». Solo decía que era para eso, para pagar zapatos y uniformes. Que había gente esperando ese pago en la oficina”.
Otro dato que afloró en la audiencia, provocó asombro entre quienes estaban presentes o seguían la transmisión vía Facebook: el testigo Tp7 no sabía leer ni escribir.
Eso se supo cuando el MP le preguntó a Tp7 qué tipo de documentos firmaba, el testigo dijo: “no sé qué documentos eran, solo me decían que los firmara. No recuerdo cuántos fueron, no sé qué documentos porque no puedo leer”. El testigo le explicó a la Fiscalía que estampar su firma es lo único que aprendió.
La defensa de Bonilla interrogó, posteriormente, al testigo Tp7. Entre otras cosas le increpó quién lo contrató, cómo recibía su pago mensual, y el hecho de que, si no sabe leer, qué labores realizaba en el despacho de la primera dama.
La tesis de la defensa es que Tp7 no trabajaba en el despacho y “eso es lo que queremos demostrar. Leyendo el acta de audiencia inicial, encuentro mucha limitación, para ello se trata de buscar la verdad. Un testigo protegido que no pueda decir algo tan sencillo como a qué se dedicaba en el despacho de la primera dama”, sostuvo.
¿Cómo ingresaba al despacho de la primera dama?, le increpó también la defensa de Bonilla. “Son respuestas que me pueden identificar. Había un mecanismo, pero no me gustaría revelar cuál era”, respondió el testigo.
Y así, entre interrogatorios a los testigos, realizados por el MP y la defensa de Bonilla y Escobar, al igual que la valoración de medios probatorios por ambas partes, concluyó esta audiencia. El CESPAD continuará brindando detalles de las restantes audiencias que se desarrollan en lo que considera un histórico juicio contra una ex primera dama en Honduras.
Esta es una publicación que forma parte del proyecto del CESPAD: “Veeduría ciudadana anti-corrupción y el legado de la MACCIH”, apoyado por Abogados Sin Frontera-Canadá (ASFC), sin embargo, las ideas aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del CESPAD.