Escrito por: Lucía Vijil Saybe
“No sabemos la intención de esta gente, el gobierno
debe detener a Próspera. Sufrimos estrés diario en la
comunidad. Deben cumplir con la ratificación
para que tengamos paz y tranquilidad”.
Luisa Connor, presidenta del patronato de Crawfish Rock.
El 20 de abril del 2022, con el voto total de los diputados y diputadas del Congreso Nacional de Honduras, se derogó la estructura jurídica de las ZEDE (Decreto 33 – 2022[1]). El reclamo ciudadano por su derogación tuvo efecto en la administración de la presidenta Xiomara Castro. Sin embargo, la derogatoria debía ser ratificada en la última legislatura, que finalizó el 31 de octubre del 2023, sancionada por el Poder Ejecutivo y publicada en el Diario Oficial La Gaceta.
Al día de hoy, continúan en funcionamiento la ZEDE Próspera (Roatán, Islas de la Bahía), Ciudad Morazán (Choloma, Cortés), y Orquídea (San Marcos de Colón, Choluteca).
En este análisis, es de interés la estructura de Próspera, tratando de responder a las siguientes preguntas: ¿qué está representando el avance de Próspera ZEDE en la comunidad de Crawfish Rock?, ¿cómo se podría caracterizar la actual conflictividad? y ¿qué esperan las organizaciones territoriales del actual gobierno?
1. El avance devastador de Próspera ZEDE
Mientras el debate legal sobre las ZEDES se desvanece en la discusión pública, la instalación de los componentes del proyecto de Próspera continúa. La construcción de Residencias Duna ha llamado la atención de la comunidad de Crawfish Rock. Este proyecto inmobiliario está dentro de St. John’s Bay, y de acuerdo con su descripción oficial[2]: “es la primera ciudad privada y comunidad de uso mixto, totalmente integrada de Centroamérica estratégicamente ubicada en el lado este menos poblado y subdesarrollado de la isla de Roatán”.
En su portal, Próspera indica que Duna Tower[3] está en construcción y que es desarrollada por Grupo Apolo; su finalización estaba prevista para el primer trimestre de 2023. Próspera también ha avanzado con planificación[4] de intervenciones en puertos (Satuye), hoteles y oficinas. El avance en estas construcciones es un indicativo de la vigencia de las ZEDES y sus múltiples modos de apropiación política, ambiental, cultural y social.
A nivel político, la instalación de Próspera está “constituyendo un laboratorio de gobernanza alejado de la comunidad”[5]. Más allá del espacio geográfico, es una imposición de dinámicas políticas, de apuestas de “desarrollo” y aspiraciones lucrativas.
Para Svampa, “en la medida en que los múltiples megaproyectos tienden a reconfigurar el territorio en su globalidad, no sólo se ponen en jaque las formas económicas y sociales preexistentes, sino también el alcance mismo de la democracia”[6].
En términos ambientales, la construcción de grandes edificaciones en Roatán está implicando:
“Masiva y total destrucción a nuestro ambiente. Con la deforestación, pone en peligro muchos animales silvestres porque pierden sus hábitats y los obligan a trasladarles a otro hábitat. Afecta el mar, como es ese lodo que va directamente al mar, y afecta a los arrecifes, se enfermarán los peces. El crecimiento de quebrada por las lluvias inundó la comunidad, ya no tenemos bosques ni tierra que succione el agua”[7].
Es el enclave extractivo (todo lo que habilita el complejo) el que genera daños ambientales concretos específicos, por ejemplo: “en términos de 3 años ha violentado por completo el derecho al medio ambiente. Se usurpó la reserva de agua del Crawfish Rock, existe un desvío de la vertiente subterránea que abastecía a la comunidad”[8]. Asimismo, naturaliza los efectos derrame[9] debilitando la equidad e imparcialidad en las políticas ambientales y sociales.
Toda acción de deforestación, implica consecuencias a nivel de salud comunitaria. Desde las comunidades se afirma que “se ha aumentado el calor por la destrucción de árboles, aumento de enfermedades como dengue porque la acción de deforestación ha implicado la salida de los zancudos y otros de su entorno”. A nivel social, Próspera realiza alguna acción para promover la división de los sectores de la comunidad. “Se han intentado conformar otro patronato, sus estrategias han sido entregar ayudas y dadivas a algunos pobladores”[10].
2. ¿Cómo se podría caracterizar la actual dinámica de conflicto en Crawfish Rock?
Para este apartado se utilizará el enfoque de la sociología de la conflictividad y la ecología política. En un primer momento, se definirá a los conflictos de contenido ambiental como los que se “originan a partir de un impacto que involucra dos actores cuyos intereses respecto de dichos impactos son contrapuestos”[11]. Es importante acotar que “no basta que un actor provoque algún deterioro ambiental para que se origine el conflicto, sino que es necesario que haya otro actor que tome conciencia de la ocurrencia de un daño ambiental en su entorno y esté dispuesto a defender o proteger el ambiente afectado”.
En la discusión de las ZEDES (como proyecto) siempre se posicionaron los temas de soberanía, territorio, dinámicas de expropiación, un modelo libertario de apropiación de los bienes comunes de la naturaleza, violencia (en todas sus dimensiones) e impactos ambientales. Ese debate devino en la conformación de un sólido movimiento ciudadano que demandó la derogación de las ZEDES. En este punto, no se requirió ningún impacto ambiental para que la movilización se consolidara. Sin embargo, la experiencia nacional en este tipo de proyectos vislumbraba lo que se podría esperar.
Lo afirma Folchi[12]: “la situación sobre la cual se genera un conflicto de contenido ambiental se produce, justamente, cuando se tensiona la estabilidad histórica conseguida entre una comunidad y su hábitat. Esto ocurre como consecuencia de la acción de algún agente extraño que altera o pretende alterar las relaciones preexistentes entre una comunidad y su ambiente”.
La instalación de las ZEDES en un imaginario social y concretamente en 3 espacios, alertó y dimensionó la capacidad del capital para justificarse como necesario para la “transformación” de la sociedad hondureña.
El enfoque legal ha primado en la lectura de las ZEDES. Sin embargo, para comprender la profundidad y especificidad de este tipo de conflictividad, es preciso atender a la propia naturaleza ecobiopolítica de la entidad territorio. La ecología política de las emociones atiende a que el conflicto se convierte en “una condición inherente al nuevo entramado societal que allí se empieza a diseñar. El conflicto se constituye como vector clave de reestructuración de las relaciones sociales; impregna la vida cotidiana y se extiende”[13].
Para hacerse tolerables, los extractivismos y sus distintas modalidades precisan de: “una cuidadosa tarea de regulación de las emociones y las sensaciones”[14]. Es decir, se trata de generar un entorno que acepte y se adapte a nuevos niveles de violencia, de destrucción ambiental, fractura social y política, a fin de permitir cualquier acción de expropiación territorial. A esa regulación de emociones se le conoce como expropiación ecobiopolítica, y se manifiesta cuando se expropia a la comunidad de su suelo, agua, aire y biodiversidad.
En la tesis de Machado[15], todos los cuerpos que son expropiados de sus territorios (alimentos, agua, aire y tierra) son poblaciones deshidratadas, desnutridas e intoxicadas. Están sometidas a nuevos contaminantes y riesgos ambientales. Y, al final, son colectividades corporales crecientemente desafectadas y “sin las energías requeridas para sentir el dolor social de la agresión colonial”.
En Crawfish Rock, ahora mismo, “la confrontación, el aislamiento de opositores al proyecto de Próspera, campañas de estigmatización y criminalización de la acción de defensoría”[16] es la manifestación de los intentos por anular el dolor social que genera la expropiación del territorio.
Los procesos de mercantilización de los territorios y los bienes comunes transforman las sensibilidades. El dolor social que generan los proyectos impuestos es los territorios, se asemeja a una amputación que “sólo puede tornarse soportable a través de dosis adecuadas de anestesia administradas por el poder bajo cambiantes ecuaciones de asistencialización, represión y criminalización”[17].
En la comunidad de Crawfish Rock persisten las dimensiones del resistir frente a la amputación territorial. Es decir, no está completo (ni por cerca) el proceso de desnaturalización del sentir por los hábitats, la defensa de todas las especies y la apuesta por el tejido comunitario.
Estos dos abordajes de la conflictividad socioambiental dan las pistas para comprender que:
a) el debate sobre el impacto de la instalación de las ZEDES debe dimensionar la esfera ambiental, social y cultural (este relacionamiento entre las comunidades y su armonía con la naturaleza desde su visión identitaria como pueblos) y,
b) las subjetividades que se pretenden aniquilar con las apropiaciones de los territorios por el capital.
3. ¿Qué se espera por parte del Gobierno de Honduras?
Las organizaciones territoriales y la ciudadanía en general, esperan que se eleve nuevamente al debate público el tema de la ratificación de la derogación de las ZEDES. Con la actual crisis en el Congreso Nacional, se deben buscar las soluciones expeditas que también tengan acción sobre los proyectos ya instalados.
Desde los territorios “se solicita la presencia de instituciones que regulan el tema ambiental”, para detener la deforestación y lo que implica esa acción en espacios tan vulnerables.
Asimismo, es urgente tal como indica Marta Crespo del Frente Común “activar la Comisión Presidencial para la Defensa del Territorio y la Soberanía Nacional. Las ZEDES avanzan; el gobierno debe declararlas non grata y expulsarlas de nuestro territorio. El gobierno ha fallado en instalar Comisiones sin la presencia de los sectores organizados de forma comunitaria y territorial, es nuestro derecho ganado”[18]. Precisamente por el carácter aniquilamiento de las subjetividades que comprende el modelo extractivo, el acceso a información y participación comunitaria debería ser garantizada.
La preocupación y alerta es clara: “todo este desastre que vivimos ha sido por la deforestación que está haciendo ZEDE Próspera. La actividad que tienen ellos es avanzar porque todo este tema está en silencio, solo están derogados en papel, en físico siguen vivos. Después de la derogación es precisamente cuando empieza la construcción de Duna”[19]. Es angustiante el asistir a la devastación territorial de lo que has conocido como tu hogar. Las emociones y subjetividad en la conflictividad son la expresión humana de la urgencia por repensar el actual modelo depredador.
[1] Consulte: https://www.tsc.gob.hn/biblioteca/index.php/varios/1123-derogar-en-su-totalidad-el-decreto-que-contiene-la-ley-organica-de-las-zonas-de-empleo-y-desarrollo-economico-zede-aprobado-en-fecha-12-de-junio-del-2013-mediante-decreto-no-120-2013
[2] Consulte: https://www.dunaresidences.com/location
[3] Consulte: https://info.prospera.hn/development-progress
[4] Consulte: https://www.prospera.co/build
[5] Entrevista Martha Crespo, Frente Común Contra las ZEDES en Atlántida. 1 de noviembre del 2023.
[6] Svampa, M. 2017. Del cambio de época al fin de ciclo. Gobiernos progresistas, extractivismo y movimientos sociales, Buenos Aires, Edhasa, p. 79-106
[7] Entrevista Luisa Connor. Patronato de la Comunidad de Crawfish Rock. 1 de noviembre del 2023.
[8] Entrevista Martha Crespo, Frente Común Contra las ZEDES en Atlántida. 1 de noviembre del 2023.
[9] De acuerdo a Eduardo Gudynas, involucran a las políticas públicas y ciertas concepciones básicas de toda la sociedad relacionadas al extractivismo.
[10] Entrevista Martha Crespo, Frente Común Contra las ZEDES en Atlántida. 1 de noviembre del 2023.
[11] Folchi, M. 2001. Conflictos de contenido ambiental y ecologismo de los pobres: no siempre pobres, ni siempre ecologistas. El ecologismo popular a debate. p. 79 – 100.
[12] Ídem.
[13] Machado, H. 2014. Territorios y cuerpos en disputa. Extractivismo minero y ecología política de las emociones. Intransigencias. Vol. 8 Núm. 1. P 56 -71.
[14] Scribano, A. 2009. Capitalismo, cuerpo, sensaciones y conocimiento: desafíos de una Latinoamérica interrogada. En Mejía Navarrete (Edit.) Sociedad, cultura y cambio en América Latina, Universidad Ricardo
Palma, Lima.
[15] Machado, H. 2014. Territorios y cuerpos en disputa. Extractivismo minero y ecología política de las emociones. Intransigencias. Vol. 8 Núm. 1. P 56 -71.
[16] Entrevista Martha Crespo, Frente Común Contra las ZEDES en Atlántida. 1 de noviembre del 2023.
[17] Machado, H. 2013. “Orden neocolonial, extractivismo y ecología política de las emociones”. Revista Brasileira de Sociologia da Emoção, v. 12, n. 34, p. 11-43.
[18] Entrevista Martha Crespo, Frente Común Contra las ZEDES en Atlántida. 1 de noviembre del 2023.
[19] Entrevista Luisa Connor. Patronato de la Comunidad de Crawfish Rock. 1 de noviembre del 2023.