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Estereotipos, desigualdad y exclusión, los obstáculos que enfrentan las mujeres en los espacios de participación política

Escrito por Aimée Cárcamo

El 24 de enero de 1955 se ratificó el Decreto número 30 de 1954, mediante el Decreto-Ley número 29. Este hecho dio paso a que en 1957 las mujeres ejercieran el sufragio por primera vez en la historia de Honduras. Ese momento se perfiló como el inicio de una era para el fortalecimiento de los derechos políticos de las mujeres. 

Han transcurrido 66 años desde que ocurrió ese hito histórico que permitió a mujeres como Seyda González, perfilarse como candidata a diputada por el departamento de Francisco Morazán, en las estructuras del Partido Liberal. Seyda participó en las elecciones del 2021. Sin embargo, durante su postulación conoció desde adentro las vicisitudes que enfrentan las mujeres que en Honduras deciden incursionar en política. 

Seyda reconoce que han ocurrido cambios importantes en el transcurso de esos 66 años y que las mujeres han logrado trascender del ámbito doméstico a los espacios públicos. Pero reflexiona que en los últimos años “lejos de ir ganando espacios de participación política, las mujeres los han ido perdiendo”. 

Su postura se sustenta en las situaciones vivenciadas durante su candidatura, experiencias que no le han limitado en el desarrollo de su carrera política, por eso no descarta participar nuevamente en las próximas elecciones por una diputación, por Francisco Morazán. Ella tiene muy claro que en lo interno de las organizaciones políticas “a las mujeres se les limita con la creencia de que deben estar únicamente en sus casas”, pero “somos capaces de dirigir un Congreso Nacional, una presidencia”, agrega.

La valoración de Seyda es muy similar a la de muchas otras mujeres que comparten también testimonios de discriminación, exclusión, opresión e instrumentalización en la política hondureña. En esos espacios de competencia las mujeres corren con desventaja y desigualdad, en relación con los aspirantes varones. 

Ana Lizeth Méndez actualmente es precandidata a diputada por el Partido Demócrata Cristiano (PDCH). Ella dice “que ya es tiempo que las mujeres se unan para erradicar la violencia política, porque destruye la autoestima de las mujeres en ese entorno”. También tiene muy claro que la violencia política contra las mujeres es una consecuencia social del machismo que afecta a toda una población, porque no permite que se cuente con la suficiente e igual representatividad de hombres y mujeres. 

Las mujeres pueden “demostrar que son tan capaces como sus pares masculinos”, sin embargo, “los hombres hacen creer que las mujeres no tienen la capacidad intelectual para optar a un cargo dentro de una institución, en las comunidades y hasta en los lugares de trabajo”, agrega Ana, convencida de que es la falta de oportunidades y el acaparamiento de espacios por parte de los liderazgos machistas que existen en la clase política de Honduras, lo que restringe a las mujeres.

Seyda González aspira a convertirse en diputada por Francisco Morazán, dentro de las filas del Partido Liberal. Foto de Marvin Valladares. 

Seyda González aspira a convertirse en diputada por Francisco Morazán, dentro de las filas del Partido Liberal. Foto de Marvin Valladares. 

¿Qué dicen las leyes?

Para la designada presidencial y presidenta del Foro de Mujeres Políticas de Honduras (FMPH), Doris Gutiérrez, la Constitución de la República no garantiza la participación política de todos los ciudadanos. Ese es quizás el pecado de origen para esta luchadora acérrima de los derechos de las mujeres, quien considera que la Constitución del país debería decir “todas las personas o que todos los hombres y mujeres nacen libres e iguales”. 

Gutiérrez disertó en un foro que desarrolló el FMPH, acompañado del Centro de Estudios de la mujer-Honduras (Cem-H), y el Centro de Estudio para la Democracia (Cespad). Las tres organizaciones conformaron el Consorcio de Mujeres Unidas por Honduras (Comunh), una estructura que se creó para promover la participación política de las mujeres en el país.

El espacio de debate se habilitó con el objetivo de incidir ante las autoridades electorales y otras relacionadas, a favor de los derechos humanos y políticos de las mujeres, para impulsar reformas en esa materia e incorporarlas en la toma de decisiones para atender la violencia política. 

Gutiérrez considera que, aunque la lucha de las mujeres a favor de sus derechos políticos ha tenido avances como la inclusión de un capítulo sobre paridad y alternancia en la Ley Electoral aprobada en 2021, esa normativa presenta vacíos legales que dejan en desventaja a las mujeres. 

“El que hace la ley hace la trampa”, fustigó. Citó como ejemplo la Ley Electoral, porque establece que las nóminas en todos los niveles electivos deben estar integradas por un 50 % de hombres y un 50% de mujeres, y que dos personas del mismo sexo no pueden ir de forma consecutiva. Sin embargo, la normativa hace una excepción en las nóminas para diputados suplentes. 

Otra situación preocupante es la alternancia, requisito que no fue de obligatorio cumplimiento para los partidos políticos que participaron en las elecciones generales. Una situación similar sucede con la fórmula de alcalde y vicealcalde en la cual la paridad y la alternancia tampoco se cumplió.

Las mujeres también consideraban alentador el que la Ley Electoral establece la promoción de la participación política de la mujer como una atribución del Consejo Nacional Electoral (CNE), e incluye un financiamiento para los partidos políticos, equivalente al 15 por ciento de la deuda política de cada uno, para el fomento del liderazgo de la mujer. “No obstante, los partidos políticos no nos quieren dar el pisto y para obligarlos a destinar ese financiamiento a las mujeres es necesaria una reforma al reglamento de la Ley de Política Limpia y de la Ley Electoral”, explicó la actual designada presidencial.

Un dictamen con miras a favorecer los derechos políticos de las mujeres hondureñas

En la actualidad, Comunh se ha articulado a favor del apoyo de Ley para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Política contra las Mujeres, una normativa que demandan que sea aprobada por el Congreso Nacional antes de las elecciones internas y primarias. Esta ley incluye una reforma por adición al artículo 163 de la Ley Electoral, que fue dictaminada por la Comisión de Género, y que establece una multa a los partidos que no destinen los recursos para el fortalecimiento de capacidades y el fomento a la participación política de las mujeres.

Para Gutiérrez es importante que las mujeres exijan reformas a los estatutos de los partidos políticos, para que haya claridad sobre la participación de las mujeres en los procesos de elección. En ese marco, compartió situaciones que han vivido otras mujeres en política, como el hecho de que, en procesos electorales pasados, muchas obtuvieron un “puesto” pero las estructuras, lideradas en mayoría por hombres, dispusieron colocar a sus congéneres. 

“Cuando fueron a reclamar perdieron por la falta de una normativa clara, ya que hasta ahora sólo pueden recurrir a normas supletorias, esto es, llenar los vacíos legales con una porción del Código Civil y de la misma Ley Electoral”, sostuvo.

Mujeres, poco representadas

Las mujeres son más de la mitad de la población y deben estar representadas en los espacios de toma de decisiones. “Aunque a lo largo de la historia han participado en diferentes procesos sociales y políticos, esa realidad no se ha reflejado con más mujeres en cargos públicos y más bien se ha buscado invisibilizarlas”, reflexionó la diputada por el partido Libertad y Refundación (Libre), y actual integrante de la Comisión de Género del Congreso Nacional, Silvia Ayala.

Para Ayala, quien también formó parte de las mujeres que discursaron en el espacio organizado por el FMPH, los medios de comunicación tienen una cuota de responsabilidad muy importante en la discriminación y exclusión de las mujeres en política.

 Ana Lizeth Méndez, es precandidata a diputada por Francisco Morazán, en el Partido Demócrata Cristiano de Honduras (PDCH). Foto de Marvin Valladares. 

“Yo no he oído que a ningún diputado le pregunten si es soltero o casado, cuántos hijos tiene y que quién le está cuidando a los hijos mientras él anda en campaña política”, ejemplificó Ayala, mientras ahondó en otro caso que lamentó mucho. “Hace poco, en un espacio de comunicación, en una red social, un comunicador le preguntaba a un periodista cuál es la diputada más bonita del Congreso. Después que el periodista respondió, el comunicador le volvió a preguntar: ¿Y la que es poco agraciada, pero inteligente?”.

Agregó que en los foros de televisión invitan a las mujeres a debatir contra mujeres para hablar sobre temas de mujeres, pero rara vez aparecen en foros con hombres para hablar de presupuesto, energía o telecomunicaciones.

Pero, a pesar de que se les atribuye a las mujeres menos capacidad que a los hombres, ni los medios de comunicación ni los organismos que se dedican a monitorear la actividad legislativa han publicado información “sobre el aporte de las diputadas, quiénes asisten más, quiénes participan más en las comisiones”. Por esa situación, Ayala pidió que se haga un análisis para que se refleje realmente quiénes están trabajando en el Congreso Nacional.

Concentración en los partidos políticos

Desde su propia experiencia, González critica que “cuando las mujeres van a inscribir su candidatura, lo primero que se les dice es que tienen que estar en su hogar, cuidando a los hijos y al marido”. Agrega que ese tipo de mensajes limita y bloquea la decisión de las mujeres de participar en política porque “no todas tienen una autoestima elevada y lejos de fortalecerse se cohíben y pierden la confianza en sí mismas para competir”. Una “estrategia” de la clase política patriarcal, basada en la violencia psicológica que permea los espacios políticos ante la mínima amenaza de pérdida de poder.

 

La coordinadora del Centro de Estudios de Mujeres (CEM-H), Suyapa Martínez, también está convencida de que las mujeres que deciden incursionar en política se enfrentan a diferentes situaciones que acontecen en el interior de los partidos políticos. 

 

“Cuando una mujer tiene un discurso transgresor y comienza a protestar al interior de los partidos políticos, no es bien recibida por las direcciones partidarias ni por la militancia, acostumbrada a discursos verticalistas e impositivos que, si bien critican al sistema neoliberal y al imperialismo, no son capaces de criticar la concentración de poder de los partidos y la antidemocracia dentro de ellos”, acotó.

Nohelia Núñez (FMPH), Suyapa Martínez (Cem-H), Doris Gutiérrez (FMPH) y Silvia Ayala (Comisión de Género del Congreso Nacional), participando en el foro que se habilitó con el objetivo de incidir ante las autoridades electorales, a favor de los derechos humanos y políticos de las mujeres. Foto de Marvin Valladares. 

Martínez, quien también participó en el Foro desarrollado por el FMPH, sostiene que cuando las mujeres se organizan para reivindicar sus derechos desde el interior de los partidos, sus acciones las convierten en “enemigas de los dirigentes partidarios, de muchos coordinadores departamentales y empiezan a decir que están dividiendo el partido”.

Estas estrategias son muy frecuentes, pero poco visibles, y se utilizan para responsabilizar a la víctima por las acciones de su agresor, agrega Martínez, para hacerlas desistir de sus demandas y que sean ellas (las mujeres) quienes asuman las consecuencias de un sistema construido por hombre y para hombres. 

Para esta lideresa y defensora de los derechos de las mujeres, desde las estructuras partidarias se afecta mucho a las mujeres y “aunque hay hombres que se definen como revolucionarios, no pueden cambiar su yo patriarcal”.

La coordinadora del CEM-H se refirió también a la falta de solidaridad y la división entre las mujeres que defienden el statu quo, por lo que abogó por la sororidad, que es sumar y crear vínculos, pactos, alianzas, así como asumir que cada una de las mujeres es un eslabón de encuentro con muchas otras.

Aunque hay un discurso de igualdad, en la práctica las mujeres no son tratadas como iguales y algunas adquieren poder porque tienen un padrino político, pero consideró que una mujer sólo se encuentra empoderada “cuando tiene la capacidad de adquirir poder o autoridad de manera individual y de manera colectiva”.