Autor: Eugenio Sosa
Edición Claudia Mendoza
El 28 de noviembre de 2021 se realizaron elecciones para elegir al presidente de la república de Honduras, 128 congresistas y 298 corporaciones municipales. Iris Xiomara Castro Sarmiento ganó las elecciones de manera abrumadora. Castro es la primera mujer que asume la presidencia de la república, en representación de un partido político diferente al bipartidismo tradicional (Partido Liberal y Partido Nacional), que gobernó Honduras por más 130 años. La victoria de Castro significa, entonces, un cambio relevante en el contexto político hondureño.
Castro fue postulada originalmente por el partido político Libertad y Refundación (Libre), que se autodefine como una organización de izquierda democrática. En la fase final del proceso electoral, se unieron a Castro y al Partido Libre, el Partido Salvador de Honduras (PSH), el minoritario Partido de Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU-SD) y algunos sectores del Partido Liberal. El triunfo de Castro, significó la derrota electoral al régimen del dictatorial del Partido Nacional, que gobernó el país durante doce años (2010-2012).
Los últimos cuatro años (2018-2022) de Juan Orlando Hernández, como presidente, fueron ilegales porque la Constitución de la República vigente no autoriza la reelección. El autoritarismo de Hernández y las políticas abiertamente represivas y criminales, fueron instrumentadas para beneficiar a los grupos de poder y redes de corrupción, y golpear severamente los derechos humanos del pueblo hondureño. Esta situación generó una mentalidad y acción ciudadana colectiva electoral, que puede ser denominada el “voto de castigo”.
Así las cosas, una gran mayoría de los electores independientes, por llamarlos de alguna manera, percibieron que concentrando el voto en Xiomara Castro era posible sacar del gobierno al Partido Nacional; la ola se volvió incontenible. Cuando esta percepción comenzó a ser socializada entre pequeños núcleos familiares y barriales, la catastrófica derrota del candidato presidencial del oficialista Partido Nacional se volvió irreversible. Todo el dinero invertido en la compra de votos, en la creación de un temor colectivo para mantener a los votantes en su casa y la trasnochada campaña anticomunista del Partido Nacional, fueron insuficientes para evitar la debacle. La intervención oportuna del gobierno norteamericano fue el último eslabón de la cadena, para evitar el último recurso del Partido Nacional: el fraude electoral.
El triunfo de Xiomara Castro regeneró la esperanza política del pueblo hondureño, para que la nación allanara el camino hacia la profundización de la democracia, el Estado de derecho y la búsqueda de la solución a los grandes problemas nacionales. Sin embargo, desde adentro del partido Libre implosionó la primera oposición en torno a la elección de la presidencia, y la junta directiva que está conduciendo a una crisis política de altas dimensiones. Si esta crisis se desarrolla, podríamos estar de nuevo ante grandes retrocesos democráticos.
A continuación se presenta un análisis detallado de los resultados electorales, surgidos de las elecciones generales del 28 de noviembre de 2021.
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