Escrito por: René Estrada
Gerardo Aguilar Chirinos es un defensor del territorio y la vida que encontró en la comunicación, a través de la radio, una trinchera de lucha a favor de los derechos humanos y de la reivindicación territorial de las comunidades en la Península de Zacate Grande, en la costa sur de Honduras.
Aguilar Chirinos, de cuarenta y dos años de edad, es líder en la Asociación por el Desarrollo de la Península de Zacate Grande (ADEPZA), uno de los fundadores de la radio comunitaria “La Voz de Zacate Grande” y, sobre todo, un luchador acérrimo en contra de la privatización de la tierra y la naturaleza.
Gerardo comenzó a involucrarse en la defensa de su territorio en la década de los 90, cuando fungió como vicepresidente del patronato de su comunidad, Puerto Grande. Pero admite que su camino en la defensa de los derechos humanos comenzó mucho antes, cuando apenas era un niño y acompañaba a sus padres en las actividades en contra de la privatización de las tierras de la península.
Ahora, décadas después, Aguilar se enorgullece de su trayectoria y del crecimiento que ha alcanzado la radio después de muchos años de esfuerzo.
Una lucha que trasciende generaciones
Gerardo nació en 1981, en Puerto Grande, Amapala, Valle. Es hijo de Fidelina Chirinos García y Andrés Aguilar Herrera, y el tercero de seis hermanos. Este nato luchador social creció cerca de las playas, en las que pescaba artesanalmente con su padre. También alcanzó la adultez entre los pastizales en los que ayudó a su madre a criar, a pequeña escala, cabezas de ganado que servían para la provisión familiar.
Desde muy corta edad, Gerardo se involucró en las actividades de defensa del territorio que realizaban sus padres y hermanos mayores, inspirado por la convicción familiar de que las tierras de su comunidad les pertenecían a los locatarios y no a los grandes terratenientes.
“Mi mamá y mi papá siempre me aconsejaban no caer en el juego de división de Miguel Facussé y me recordaban que la tierra nos pertenecía a todos”, recordó Gerardo sobre sus primeros años de participación comunitaria.
Gerardo se refirió a Miguel Facussé Barjum (fallecido en el 2015), un poderoso empresario y terrateniente hondureño que ha detentado las tierras de la zona donde vive él, y que es reconocido por su acaparamiento de tierras para la producción de Palma Africana y por los vínculos que se le atribuyen en el asesinato del defensor ambiental, Carlos Escaleras.
Ahora, años después, Gerardo es consciente del impacto que ha tenido su familia en su involucramiento en la defensa de la tierra y el territorio porque, pese a la aguda polarización que hay en la comunidad, siempre fue una brújula moral para navegar de manera exitosa entre el bien y el mal.
Su juventud, motivación para su lucha
En su juventud, cuando Gerardo no acompañaba las movilizaciones en contra de la privatización de la tierra, pasaba sus días en la bahía de la península de Zacate Grande pescando con su padre, una actividad que le tomaba días completos, pero que eventualmente le obligaba a pasar tres o cinco días acampando en la playa.
La cercanía con el mar y la libertad que le transmite, dice Gerardo, ha sido una fuerte motivación en la defensa por la tierra y el territorio.
“Yo me imagino, por ejemplo, los lugares donde hemos estado, siempre libres. Y me imagino que, si un día llegan a estar cercados por terratenientes y ya no podamos ir a la playa a bañar o a pescar porque el mar ya es privado y le van a disparar a uno en cuanto llegue, entonces para mí ya no será lo mismo y no habrá conexión con la naturaleza. Aquí se siente la libertad y esa felicidad de vivir en lo libre y ya privatizado va a ser una angustia para nosotros y ya no vamos a vivir como vivimos ahora, si no que mucho peor”, acotó.
La península de Zacate Grande tiene 7 kilómetros de largo y 10 de ancho, una extensión territorial de 5.324.28 hectáreas (de acuerdo con los datos satelitales de Google Maps) de las cuales la Corporación Dinant, de la familia Facussé, dice públicamente que tiene el control de, al menos, 2,058 hectáreas.
Los comienzos de Gerardo en la organización territorial
“Al principio cuando llegué al movimiento, solo llegaba a escuchar porque sentía timidez, pero hoy es todo lo contrario, no me puedo quedar callado”, narró Aguilar entre risas, mientras recordó sus primeros acercamientos como adulto en el Movimiento de Recuperación y Titulación de Tierras de la Península de Zacate Grande, fundado en el año 2000. En la actualidad, desde el 2008, a esa estructura se le conoce como ADEPZA.
El inicio de Gerardo en el movimiento fue casi una cuestión de destino. Recordó que, en el año 2005, cuando regresaba a su comunidad, luego de tres años de estudio en Tegucigalpa, la capital de Honduras, fue nombrado vicepresidente del patronato de Puerto Grande, pero debido a que el presidente de ese momento decidió emigrar a Estados Unidos, la responsabilidad recayó en él.
Como presidente del patronato, se le extendió una invitación para formar parte del Movimiento en representación de su comunidad. A partir de allí, Gerardo asumió un rol más activo en las acciones de defensa del territorio y los bienes comunes de la península de Zacate Grande.
Criminalizado desde el inicio
De acuerdo con Gerardo, su plena participación en el Movimiento comenzó en el año 2005, hace unos 18 años; desde entonces, el tiempo ha pasado “rapidito”, agrega. Después de sus primeros dos años dentro de la organización (en el 2007), Aguilar fue acusado por los delitos de usurpación de tierra, daños a la propiedad privada y daños al ambiente, por Cultivos Nova de Honduras, que forma parte del portafolio corporativo de las empresas del extinto Miguel Facussé.
Además de Gerardo, en este proceso de criminalización fueron afectadas treinta personas defensoras de las tierras de la península, de distintas comunidades, entre ellas, tres de los hermanos Aguilar Chirinos.
Sin embargo, este no fue el primer intento de criminalización a las y los defensores de la península que Gerardo recuerda. En el 2005 se intentó procesar judicialmente a otros doce vecinos, quienes por el respaldo comunitario y la presión de los locatarios no fueron formalmente arrestados.
Debido a la fuerte resistencia de los vecinos de Zacate Grande en ese momento, Aguilar afirma que en el 2007, cuando lo procesaron a él y a sus compañeros, se afianzó su posicionamiento personal y entendió que, pese a las implicaciones, seguiría en el camino justo porque no es un crimen defender sus tierras.
De acuerdo con el estudio: “Zacate Grande: una comunidad que persiste en la defensa por el derecho a la tierra” (Agosto 2016), del Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), hasta el 2015 se registraban 70 criminalizaciones a defensores y defensoras del territorio organizadas en ADEPZA.
El proceso de criminalización de Gerardo y sus treinta vecinos terminó en el 2016, cuando, finalmente, recibieron su carta de libertad. Pero, los subsiguientes siete años debieron cumplir con las medidas cautelares que incluían la firma semanal del libro de medidas en los juzgados de Amapala; no entrar a la tierra por la que fueron acusados; no tener comunicación con los guardias de las empresas de Miguel Facussé, y no salir del país.
El golpe de Estado, un pico de polarización para la lucha
En el 2008, un año antes del golpe de Estado al gobierno del expresidente Manuel Zelaya, esposo de la actual presidenta Xiomara Castro, Gerardo asumió la posición de fiscal en la junta directiva de ADEPZA. En ese momento, estaban en preparativos para montar la radio: construían la cabina y capacitaban al equipo.
Con la crisis generada por el golpe de Estado, los proyectos de ADEPZA fueron afectados por distintos motivos, en particular por la fuerte división comunitaria.
“Hubo compañeros que creyeron en lo que decían los medios de comunicación, de que no era un golpe de Estado sino una sucesión constitucional. Eso nos afectó, porque cuando nos involucramos en las luchas en contra del Golpe, los vecinos empezaron a decir que la asociación se había convertido en un movimiento político y que queríamos apoyar a alguien que se quería perpetuar en el poder”, explicó Gerardo.
Sin embargo, no todo fue negativo en esa época. ADEPZA, pese a la profundización de la crisis, continuó trabajando para organizar y poder en funcionamiento la radio. Ese compromiso, de acuerdo con el testimonio de Aguilar, generó interés de distintas organizaciones que decidieron apoyarles porque mantenían su lucha a favor de la recuperación de la tierra, en plena crisis.
Nace La Voz de Zacate Grande, la radio de la comunidad
Para ADEPZA, el funcionamiento de una radio que contrarrestara el impacto del discurso de los grandes medios de comunicación corporativos era una urgencia, por la necesidad de informar a la población de la península acerca de lo que en realidad estaba pasando.
“Ya nos habíamos dado cuenta que los medios de comunicación estaban al servicio de los empresarios. Al inicio de la lucha, todos esos años, nosotros buscábamos espacios y no se nos permitía, sólo mencionábamos que íbamos a denunciar a Miguel Facussé y se nos cerraban las puertas. No teníamos acceso a dar a conocer lo que pasaba, entonces vimos en la radio un instrumento para informar todo lo que acontece en la zona”, criticó Gerardo.
La Voz de Zacate Grande es un esfuerzo de ADEPZA que se consolidó con el apoyo de distintas organizaciones de derechos humanos y de defensoría territorial, entre ellas, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), organización que en ese momento encabezaba la lideresa ambiental Berta Cáceres.
De acuerdo con el relato de Gerardo, esta fue una alianza importante porque mediante el COPINH se establecieron conexiones con el colectivo mexicano “Comunicadoras y Comunicadores Populares por la Autonomía (COMPA)”, organización que le donó a la radio su primer transmisor con antena. A raíz de esta acción, el 14 de abril del 2010 ADEPZA salió al aire con el informativo “Zacateños”.
Superar el primer año, el desafío de La Voz de Zacate Grande
Para ADEPZA, cumplir el sueño de fundar su propia radio no fue nada fácil. Según relata Aguilar, en un primer momento la Asociación intentó conseguir una frecuencia a nivel nacional, pero debido a los múltiples requerimientos de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (CONATEL), no fue posible. Por eso le apostaron a una radioemisora de frecuencia libre.
Otro de los grandes desafíos para montar La Voz de Zacate Grande, fue la falta de apoyo por parte de varios miembros de la comunidad, quienes tildaban de ‘imposible’ el sueño de ADEPZA.
Sin embargo, estos no fueron los únicos obstáculos que enfrentaron porque en medio del reto logístico, se enfrentaron a las acciones silentes e invisibles, impulsadas por los grandes terratenientes que buscaban desmontar los avances.
De acuerdo al testimonio de Gerardo, el hostigamiento hacia las y los miembros de ADEPZA involucrados en el montaje de la radio aumentó, dejando como consecuencia la criminalización de siete defensores, seis hombres y una mujer, por los delitos de usurpación y evasión fiscal, tan solo tres meses después de la inauguración de la radio.
Además, simultáneo a la criminalización, la presencia de grupos armados incrementó con la llegada de un contingente militar conformado por alrededor de trescientos miembros activos del ejército de Honduras, con la orden de desmontar la cabina de la radio y demoler la casa donde estaban ubicados.
Afortunadamente, las y los miembros de ADEPZA ya se esperaban las represalias que tendrían al avanzar con la fundación de la radio, por eso decidieron montarla en Puerto Grande, una comunidad que se ha caracterizado por su difícil acceso debido a que por tierra se tienen que cruzar unas cinco comunidades para llegar y porque no cuenta con acceso directo marítimo. Es decir, por su ubicación geográfica fueron notificados antes de la llegada del contingente y tuvieron tiempo suficiente para desmontar la radio y resguardar el equipo.
Gerardo admite que en ese momento se sintió una verdadera resistencia comunitaria, debido a que, ante la inminente llegada del contingente militar, la comunidad decidió tomarse de las manos y formar una barrera humana para defender la casa donde estaba ubicada la radio. Pese al miedo de ser asesinados, nunca se soltaron.
Este acto de unión y resistencia se transformó en una bandera que inspiró, aún más, a las y los defensores a continuar luchando en contra de la privatización de las tierras de su península.
Años de hostigamiento y violencia
Para ADEPZA, continuar con el proyecto de la radio fue cada vez más peligroso y un compromiso político y social grande. Sin embargo, pese a la demostración de unidad y fraternalidad cuando llegó el primer contingente militar, las amenazas en contra de los miembros de la radio aumentaron.
En ese entonces, también fue común recibir amenazas por parte de los miembros de la comunidad que apoyaban a los grandes terratenientes. Gerardo recuerda que en múltiples ocasiones les dijeron que les “iban a ir a poner una bomba” o que los iban a hacer “picadillo” para que no siguieran transmitiendo desde La Voz de Zacate Grande.
Por otro lado, la violencia paramilitar se intensificó en la zona. En el segundo aniversario de La Voz de Zacate Grande, ADEPZA organizó una celebración que contó con la presencia de un conjunto (banda musical local) que amenizó la jornada. Pero, en el trayecto el grupo fue interceptado por un contingente paramilitar que los agredió y dejó gravemente heridos.
Lastimosamente los ataques continuaron y en abril del 2011, mes de aniversario de La Voz de Zacate Grande, un hombre no identificado atentó contra la vida de Franklin Meléndez, quien fue director de la radio. Meléndez recibió un disparo en su pierna, a poca distancia.
Tras este atentado, los y las integrantes de ADEPZA optaron por una nueva estrategia de protección: instalar el Campamento de Observación de los Derechos Humanos, con apoyo de organizaciones nacionales y extranjeras. Esta acción ayudó a disminuir, momentáneamente, los ataques y el hostigamiento.
Pero las campañas de criminalización no cesaron. La presencia de extranjeros de procedencia europea en el campamento produjo la indignación de los miembros de la comunidad que simpatizaban con los grandes terratenientes. Argumentaron que el campamento era una excusa para vender las tierras de la península que Facussé y otros grandes empresarios.
El asesinato a una gran amiga de Gerardo
Berta Cáceres fue un pilar importante en la organización de ADEPZA. Pero, más allá de eso, fue una amiga cercana y compañera de lucha de Gerardo. Con el paso de los años, la relación entre ambos defensores se fortaleció y ambos se convirtieron en su impulso y motivación.
“Yo sentí una gran tristeza y una impotencia de no poder hacer nada por no estar cerca. Es algo que uno no logra de aceptar como cierto, que a uno le parece que no ha pasado”, dice Aguilar con mucha tristeza, al preguntársele sobre su impresión ante la noticia del asesinato de Cáceres.
“Me la encontré de casualidad en una movilización en Tegucigalpa, más o menos una semana antes de que la asesinaran. Me abrazó, empezamos a hablar de la lucha, yo de Zacate Grande y ella del COPINH; me dijo que iba a venir a la península y me volvió a abrazar, nos despedimos y no la volví a ver nunca más. Fue bien fuerte, eso yo siempre lo recuerdo como la despedida de la compañera hacia nosotros”, rememoró.
Berta Cáceres era una defensora ambiental y lideresa indígena con amplio reconocimiento nacional e internacional, que fue asesinada en horas de la madrugada el 3 de marzo de 2016, en su casa de habitación en La Esperanza, Intibucá.
Cáceres era cofundadora del COPINH y es recordada por su liderazgo en la defensa del medio ambiente y la protección de su territorio en contra de megaproyectos extractivos y la privatización de los recursos por parte de grandes corporaciones transnacionales. Hasta la fecha, solo se han condenado a los autores materiales de su asesinato, los intelectuales continúan impunes.
El asesinato de Cáceres fue considerado un ataque directo a las y los defensores del territorio y los bienes comunes, incluido Gerardo, quien admite que el suceso le produjo “mucho terror” debido a que los grandes empresarios vinculados al crimen de Berta tienen propiedades en la península, y ya han tenido conflictos con los defensores de la zona.
Aguilar admite que el terror se debe a que Berta era reconocida nacional e internacionalmente y que debió existir un mayor interés de las autoridades nacionales en proteger su vida. La deducción que hace es que, si a Cáceres le hicieron eso, a las y los defensores de Zacate Grande (que no han recibido el reconocimiento necesario) les pueden hacer cosas peores.
Pero, contradictoriamente, Gerardo admite que, de una manera extraña, el temor se convirtió en un “combustible” pues el asesinato de Berta Cáceres les motivó a luchar hasta el final, “pues si los terratenientes tuvieran la razón, no nos anduvieran matando”.
Tras el asesinato, las y los miembros de La Voz de Zacate Grande pintaron un mural en la pared principal de la radio, con el rostro de Berta, como recordatorio de la importancia de sus luchas y el impacto trascendental que pueden llegar a tener.
A pesar de los ataques, La Voz de Zacate Grande creció
Gerardo, quien ha estado en La Voz de Zacate Grande desde el comienzo, reconoce que, pese a los ataques, hostigamientos y criminalizaciones, la radio ha tenido un crecimiento importante, al grado que ahora tienen cobertura en todo el departamento de Valle y en algunos municipios de Francisco Morazán y de Choluteca.
A pesar de lo positivo, los ataques se han intensificado y en la actualidad siguen recibiendo llamadas y mensajes con amenazas de posibles atentados con bombas y, sobre todo, de la quema de las cabinas y el equipo de la radio. Asimismo, es constante la intimidación a través de grupos armados, entre ellos paramilitares.
A la fecha, Gerardo afirma que por las noches todavía se observan grupos armados rodeando la radio y en muchas ocasiones reciben mensajes intimidantes de parte de los empresarios.
No ha sido fácil hacer comunicación en la región. Pero, con mucho orgullo, Aguilar presume que el equipo de la radio ha logrado superarse y que ahora tienen transmisión continua de lunes a sábado. Así como han crecido en alcance, también han logrado aumentar la capacidad periodística para producir programas, anuncios radiales y transmisiones especiales. También han mejorado en el manejo técnico del equipo.
Un sueño cumplido
“Se siente una satisfacción por estar logrando todo esto, pero también ha sido como una apuesta por no ver lo malo si no que seguir adelante, adelante a pesar de todo y llegar hasta donde estamos en este momento. Me alegra muchísimo”, agrega Gerardo al reflexionar sobre lo que han significado tantos años de trabajo.
Otra de sus grandes satisfacciones es la conexión que tiene la audiencia con La Voz de Zacate Grande. “La gente manda sus mensajes, sus denuncias, los conjuntos de la comunidad nos mandan sus canciones para que las reproduzcamos. También, en los programas informativos la gente participa, porque nos tienen confianza, porque saben que la radio es veraz, que no manipula y que no dice mentiras. Y, por eso, estamos en el corazón de la gente, más cuando tienen problemas, porque saben que su voz va a ser escuchada y que la radio está al servicio del pueblo”, agregó.
Este líder nato también se ha convertido en un maestro que, consciente de los riesgos que enfrenta a diario, ha decidido enseñarles a sus compañeros y compañeras el funcionamiento de la radio y la forma en como opera la emisora, los aspectos técnicos de las transmisiones y los ha involucrado en el manejo de las redes sociales y en la creación de contenido.
El trabajo de Gerardo ha trascendido la península a través de la cooperación con otras radios comunitarias, a las que ha apoyado con el montaje de sus emisoras y con capacitaciones sobre lo que implica ser un comunicador, una dinámica que le ha traído, como él dice, muchos nuevos amigos y compañeros de lucha.
¿Qué sigue para Gerardo?
“Para el futuro, tenemos que seguir creciendo como medio de comunicación; todavía hay muchas formas de seguir avanzando. Y, en lo personal, me sigo viendo como reportero, como comunicador. En la trinchera que me toque ahí voy a estar y siempre lo haré de la mejor manera y con mucho entusiasmo y voluntad, así como lo he hecho hasta ahora”, sostiene.
Si bien, Gerardo comenzó su lucha desde hace años, admite que todavía hay mucho camino que recorrer pues, al final del día, la radio es parte de la lucha en contra de la privatización de las tierras de la península de Zacate Grande y del legado de convicción que le dejaron sus padres.
A pesar de los ataques en su contra, “hasta la fecha me he sentido feliz, no siento que me he equivocado en mis decisiones, siento tranquilidad en luchar por lo justo y creo que ha sido una bendición. Eso me lo transmitieron en la familia, que siempre tenemos que pensar en todos y no solo en nosotros”, dijo al finalizar la entrevista.