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Escrito por Mirna Flores
Indudablemente, las cárceles hondureñas se han convertido en entornos proclives a hechos violentos e inseguros que tienen como detonante las rivalidades entre maras y bandas del narcotráfico y la corrupción, que mantienen en una crisis permanente al sistema penitenciario.
Las respuestas a las crisis recientes en las cárceles hondureñas (amotinamientos, enfrentamientos, masacres, matanzas) por el gobierno de la presidenta Xiomara Castro, tienen un fuerte matiz de las políticas de seguridad implementadas por el presidente de El Salvador Nayib Bukele: un estado de excepción que se ha ido extendido en el espacio y tiempo; control de las cárceles con mano dura; amplia divulgación en los medios de comunicación y en las redes sociales de las requisas y traslados realizados por la Policía Militar de Orden Público (PMOP); la decisión del gobierno de construir una mega cárcel en Islas del Cisne.
Estas respuestas están más cerca de las políticas aplicadas por Bukele que de las promesas y compromisos adoptados por Castro en la campaña electoral y en el plan de gobierno para Refundar Honduras. También se alejan de la posibilidad de avanzar en el manejo democrático de la seguridad en el país.
En el presente documento analizamos los signos de la “bukelización” de las políticas de seguridad en Honduras, con base en tres ejes temáticos:
1) El contexto de inseguridad, la crisis en las prisiones y las respuestas reactivas del gobierno.
2) El Operativo “Fe y Esperanza”, una copia de lo que acontece en las cárceles de El Salvador.
3) Una megacárcel en Islas del Cisne ¿la Alcatraz hondureña o un Centro de confinamiento bajo el modelo Bukele?
