Por Rubén Escobar
Los casi 4,000 pobladores de la isla Zacate Grande tienen la mejor voluntad de cambiar su historia y han emprendido un proyecto para mostrar lo imponente de la vegetación que les rodea, lo majestuoso de la fauna con la que conviven, su deliciosa gastronomía, la especial amabilidad de su gente y la grandiosidad de los paisajes que se alcanzan a observar, incluso en territorios de los vecinos salvadoreños y nicaragüenses.
Zacate Grande es una isla, con volcán extinto incluido, que forma parte del municipio de Amapala, ciudad histórica que se levanta en la vecina isla del Tigre, en el golfo de Fonseca. Muchas de las familias que la habitan están ahí desde principios del siglo XX, sobreviviendo a base de la siembra de granos básicos, ganadería a pequeña escala y pesca artesanal.
Sin embargo, detrás de los pobladores de Zacate Grande y el reto que asumen de fomentar el turismo por mostrarle al mundo las riquezas que posee la región, hay una historia de luchas, persecución, encarcelamiento y hasta derramamiento de sangre.
Una isla que es una península
La vida les cambió a los pobladores en los años 70, cuando surgió el proyecto de unir la isla de Amapala con tierra firme. Durante dos décadas se ejecutaron obras para rellenar franjas de mar y abrir una carretera entre la costa del departamento de Valle y Zacate Grande. Posteriormente surgió la idea de construir un puente para unir Zacate Grande con la Isla del Tigre, pero hasta la fecha todo continúa en papel.
Fue así que Zacate Grande se constituyó en una península. Pero un proyecto planificado en los 90´s, desde el gobierno central con la venia de las comunidades para desarrollar el golfo de Fonseca, se convirtió en una amenaza a sus pobladores. A medida que las obras para unir a la Isla con el continente se desarrollaban, se fue despertando el interés de muchos empresarios y políticos de toda Honduras, especialmente de Tegucigalpa, que vieron en su belleza un lugar ideal para construir sus residencias de fin de semana o para pasar las vacaciones de verano.
En ese contexto, los habitantes narran que sobresalió el nombre de Carmen Malespín, conocido por todos los pobladores de Zacate Grande porque comenzó a posicionarse en la zona como propietaria de miles de hectáreas, incluso en territorios pertenecientes al Estado de Honduras.
Fue así que, en los años 80, algunas personas con poder económico comenzaron a expulsar de sus tierras a cientos de familias que tenían décadas de vivir allí, bajo el argumento que le habían comprado a Malespín. En los años 90, ya con la carretera concluida, se comenzaron a levantar majestuosas mansiones en algunas zonas de la Isla, en franco contraste con las humildes viviendas de los nativos que estaban siendo expulsados.
Es ese entonces comenzó a sonar el caso de la familia Facussé y la Corporación Dinant, la que afirmaba poseer 2.058 hectáreas, una cantidad extraordinaria si se toma en cuenta que la Isla tiene una extensión de 5.324.28 hectáreas. Es decir, reclamaba casi el 39 por ciento del total del territorio de la península.
En un intento por hacerle frente al despojo y reivindicar sus derechos, los pobladores crearon la Asociación para el Desarrollo de la Península de Zacate Grande (Adepza), y la radio comunitaria Voz de Zacate Grande. Sin embargo, como suele ocurrir en Honduras, esas voces disonantes han sido criminalizadas mediante demandas judiciales; muchos dirigentes han conocido la cárcel o se les ha emitido medidas cautelares que les obliga a alejarse de la tierra donde vivieron sus antepasados. Otros han sido amenazados y hay cientos de jóvenes que han emigrado a Estados Unidos y a España en busca de las oportunidades.
Turismo en armonía con la naturaleza
Durante años y como parte de sus actividades para dar a conocer la situación de la Isla, los dirigentes y pobladores brindaron recorridos a funcionarios, visitantes internacionales y a todo el que quisiera conocer. Fue así que, mediante el contacto con una diversidad de personas se dieron cuenta que la belleza natural que siempre habían disfrutado era apreciada como algo extraordinario por los foráneos.
El atractivo es mucho: en los alrededores está la bahía de Chismuyo, un área de más de 31,000 hectáreas de bosques manglar, humedales y esteros que son hábitat de especies como la tortuga golfita, el delfín bufeo, garrobos, cocodrilos y una gran cantidad de aves, calamares y peces. Además, está el contacto fraterno con los pobladores de comunidades como Coyolito, Puerto Grande, El Zope, La Flor, La Pintadillera, Los Langues, la Isla de los Pájaros y Punta Novillo, entre otras.
Paulatinamente fue surgiendo la idea de realizar recorridos en lancha, con alimentación incluida, como un servicio para turistas. Así, desde Adepza y otras organizaciones se ha capacitado a los pobladores para que sirvan de guías y para preparar menús basados en pescado, camarones y otros productos del mar, sin dejar de lado otras recetas típicas hondureñas.
En las comunidades más grandes, como Coyolito y Puerto Grande, hay hoteles de hasta 15 o 20 habitaciones, algunos con piscina. También hay casas en renta para turistas, con todas las comodidades, restaurantes y bares. Los visitantes pueden disfrutar de las playas públicas, hacer camping, paseos por los manglares, pesca artesanal con cordel o trasmallo, fogatas nocturnas y por supuesto, tours en lanchas, todo a precios accesibles.
“En Zacate Grande hay doce comunidades y, al llegar, los guías van explicando detalles de cada una, como su historia, el porqué de su nombre. También los guías los orientan en temas como la pesca. Los visitantes toman el almuerzo en cualquiera de las comunidades según la hora de llegada”, explicó Gerardo Aguilar, dirigente de Adepza y de la radio Voz de Zacate Grande.
Un recorrido típico en lancha lleva a los turistas desde Coyolito hacia la isla de Las Almejas, para luego pasar a la isla de los Pájaros, donde la naturaleza da un espectáculo con la sola presencia de cientos de especies de aves que se convierten en atractivo para los amantes de la fotografía. Luego viajan a la isla de Los Muertos, llamada así porque existen dos cementerios utilizados durante décadas por dos comunidades. Posteriormente pasan por La Guayaba, una playa pública de las más grandes del sector.
El viaje continúa por las islas (o playas) de Exposición, La Sirena, La Inglesera, Violín, Matate, San Carlos y concluye en Conejo, que históricamente estuvo en conflicto con El Salvador. Desde aquí se puede observar el puerto salvadoreño de La Unión y las costas del golfo de Nicaragua.
Aguilar refiere que están implementando una estrategia de turismo ecoambiental, con un impacto mínimo para la naturaleza. A diferencia de otras zonas de la zona sur, aquí no se construyen casas, hoteles ni restaurantes dentro del mar ni en áreas donde se pueda afectar a la fauna o flora.
Para desarrollar los servicios que prestan, han involucrado a más de una decena de familias de las distintas comunidades que se visitan, de modo que el beneficio económico alcance para todos.
“Nuestro sueño es que en cada comunidad haya un grupo de generación de ingresos, con sus propias instalaciones, sus áreas propias para atender al visitante, sus restaurantes, hoteles, bares. Desarrollar el potencial turístico de la zona y que no haya pobreza”, refiere el dirigente.
Como parte de esos sueños, los pobladores de Zacate Grande aspiran a que sus comunidades cuenten con su propio colegio de segunda enseñanza, con carreras acordes al desarrollo de la zona para fomentar el turismo.
“Queremos que los jóvenes no emigren, sino que tengan lo necesario aquí y colaboren a mejorar la zona. Más bien queremos que venga gente de otros lugares a las comunidades de Zacate Grande en busca de empleo y de mejores oportunidades”, agregó Aguilar.
Para llegar a la Isla desde la zona norte de Honduras se puede tomar la CA-5 y luego el Canal Seco, mientras que desde Tegucigalpa se accede por la carretera que conduce al sur. Al llegar a San Lorenzo se enfila por el desvío hacia Coyolito, una vía pavimentada de unos 30 kilómetros hasta llegar a una calle no pavimentada de unos 6 kilómetros. Para entonces ya se avistan las casas de las primeras comunidades de Zacate Grande.
Y si usted desea más información sobre los servicios turísticos que prestan los pobladores de Zacate Grande puede llamar al teléfono 3185-9128, de la Voz de Zacate Grande o escribir al correo adepza@riseup.net.