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¿A qué aspiran las juventudes en Honduras?

Por René Estrada, periodista del CESPAD

El proceso electoral 2021 en Honduras, mediante el cual salió electa como presidenta de este país centroamericano, Xiomara Castro, tuvo una particularidad: cerca de dos millones de jóvenes votaron y miles participaron como veedores de las que se consideran históricas elecciones. ¿A qué aspiran las juventudes de este país?, una pregunta válida para un segmento poblacional importante y de peso en este país.

La crisis que ha vivido este país en las últimas dos décadas, y la incertidumbre que hay en el escenario político ha despertado nuevamente la participación juvenil. Y, en los diferentes espacios, desde concentraciones pacíficas en las afueras del Congreso Nacional, hasta en diferentes foros de opinión por medio de redes sociales, la juventud se ha manifestado.

El pasado 28 de noviembre, el pueblo hondureño atendió de manera masiva el llamado a acudir a las urnas, resultando en unas elecciones con mayor participación ciudadana de las últimas décadas (68.58% del electorado), las que se definieron por el voto de la juventud.

Miles de jóvenes votaron y cientos más se aglutinaron alrededor de estructuras como la Plataforma Juvenil Electoral que impulsó el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), integrada por más de 300 jóvenes de los departamentos de Choluteca, Copán, Colón, Francisco Morazán, La Paz, Lempira, Santa Bárbara, Valle y Yoro, que vigilaron el proceso electoral.

Según datos del Consejo Nacional Electoral, alrededor de 2 millones de votantes, entre las edades de 18 a 35 años (55.7% del electorado total) ejercieron el sufragio, convirtiéndose en el grupo demográfico con mayor participación en los comicios electorales. Es decir, la participación de las y los jóvenes hondureños, en su condición de veedores o votantes, fue muy significativa para los resultados en las elecciones.

Sin embargo, los doce años de gobiernos nacionalistas dejaron como herencia una serie de problemas sociales que han afectado directamente a la juventud. El incremento a la pobreza y el desempleo, la falta de políticas a favor de un sistema de salud y educación pública y, el aumento en la impunidad y la corrupción, entre otros, han generado un escenario de desigualdades que ha disminuido las oportunidades para las nuevas generaciones.

Una desigualdad que se palpa en las bancas del Parque Central

“Tengo tres años de haberme graduado de trabajador social y no halló trabajo de nada”, dice, mientras se detiene la quijada con su mano derecha, sentado en las bancas del parque central de Tegucigalpa, Ramón Flores, de 25 años de edad.

A su lado está sentado su amigo Roger López, de 24 años, con quien conversa mientras ven “ir y venir” cientos de capitalinos en el parque.

Ambos están sin empleo y se sienten frustrados porque no tienen una oportunidad para llevar unos centavos a sus casas y ayudar a sus padres, quienes con mucho sacrificio lograron apoyarlos para que se graduaran de una carrera universitaria.

Lo que estos jóvenes dicen bien podría ser “el estribillo” generalizado de cientos más que están en las mismas condiciones. “Por eso pensamos a veces en irnos del país, mojados, porque aquí no hay nada que hacer”, acotan con un vaho de evidente tristeza.

De acuerdo con el Sexto Informe Estado de la Región (2021), “La Migración de Niñas, Niños y Jóvenes en Honduras: Desplazamiento Forzado, Deportaciones y Derechos Humanos”, el perfil demográfico de los migrantes son hombres y mujeres en edad productiva, entre los 18 y los 45 años. El 25% lo conforma la población entre los 18 y los 34 años; el 81% las personas de 35 años y más; y un 6.94% los menores de edad entre los 15 y 17 años, respectivamente.

La situación es grave, porque el contexto que vive el país expulsa, a diario, cientos de jóvenes que se atreven a aventurarse en la ruta migratoria, intentando llegar a los Estados Unidos. Por eso, para Wilmer Vásquez, de la Red Coordinadora de Instituciones Privadas Pro las Niñas, Niños, Adolescentes, Jóvenes y sus Derechos (COIPRODEN), es urgente la implementación de políticas públicas de atención a la niñez y juventud.

“Los jóvenes han estado abandonados en este país desde hace décadas. Se deben redireccionar el presupuesto de la nación para atender a los cientos de miles de jóvenes que se van porque aquí no hay oportunidades”, indica.

Jóvenes piden un alto a la crisis política

Pero hay otro segmento de jóvenes que analiza desde otra perspectiva lo que ocurre a su alrededor. Tras los conflictos suscitados con la elección de la junta directiva provisional del Congreso Nacional de Honduras, y la posterior elección de dos juntas directivas permanentes que se declararon en propiedad, Kevin Contreras, un joven capitalino de 24 años, es de los cientos que se encontraron en las afueras del hemiciclo legislativo para defender su voto y exigir un poder legislativo que gobierne a favor del pueblo y no para los intereses de la élite económica y política.

Kevin llegó a un Congreso Nacional atestado de ciudadanos debido a la crisis originada por las dos juntas directivas, pero afirma que no se trata de defender un partido, sino que acuerpar a las y los diputados que estén dispuestos a legislar a favor de las y los hondureños, de sus sistemas públicos y de derogar leyes nocivas para el país, como la “Ley de empleo por hora”, que afecta a la población, dice.

Conscientes del rol de la juventud en el resultado del pasado 28 de noviembre, reclaman a las y los diputados del partido Libertad y Refundación (Libre), que iniciaron la división interna del partido, que respeten el acuerdo que les permitió obtener su curul en el hemiciclo y que no les roben la esperanza que les trajo la victoria de Xiomara Castro.

El impacto en las jóvenes

Tomando en cuenta la compleja realidad nacional, el colectivo de mujeres jóvenes feministas políticas organizadas “Luchemos”, enfatiza en que el hecho de que haya una mujer presidiendo el país incomoda al actual sistema bipartidista patriarcal y que eso puede convertirse en un obstáculo para la gobernabilidad.

Este grupo de mujeres jóvenes mantiene la esperanza de que, con la asunción de Castro al poder, la situación de la juventud, y de las mujeres en especial, cambará. Sin embargo, analizan en la crisis actual un escenario difícil en la lucha por los derechos de la mujer, pese a que la figura de Castro y su posición de retomar demandas históricas a favor de ellas, representa un hito con esperanza.

Al igual que otros sectores de la sociedad, este colectivo está consciente de la necesidad de que se lleven a cabo diálogos y negociaciones “para llegar a avances significativos”. Carmen López, del colectivo en cuestión, acentúa la necesidad de replantear las negociaciones que, desde su punto de vista, han sido históricamente patriarcales, con acuerdos bajo la mesa y en beneficio de unos pocos.

Más allá del tema de los derechos, muchas jóvenes creen en la palabra de Castro y en que su gobierno implementará cosas básicas, pero que faltan en el país, como un protocolo en contra de la violencia sexual que viven las niñas y las mujeres jóvenes y adultas.

Respaldo al nuevo gobierno

Si bien la resolución del conflicto exige la participación de diferentes sectores del país, las recientes acciones y participación de las y los jóvenes han dejado en claro que deben ser tomados en cuenta y que su voto debe ser respetado.

Ante el comienzo de un nuevo gobierno y con la esperanza de un cambio sustancial, la participación juvenil denota una fuerte exigencia a sus gobernantes, pues conscientes de su rol en los ciclos electorales, prometen su apoyo a quienes busquen el bien común, pero, de igual forma, el castigo a quienes no les cumplan.

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