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Una crisis institucional que muestra a Xiomara Castro sin miedo a tomar decisiones

Por Xiomara Orellana, periodista del CESPAD

La crisis institucional que se cierne sobre Honduras, con la división interna del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), y con la elección de dos directivas en el Congreso Nacional, solo es parte del ejercicio de una política partidista que, efectivamente, es clasista y patriarcal (machista) sobre todo. De a poco, las esperanzas que los hondureños y hondureñas tenemos para que en el país se hagan cambios, parecen esfumarse. Está claro que se están atendiendo intereses personales y de grupos de poder, que no están anteponiendo las necesidades de un país, un pueblo y una ciudadanía que tiene demandas específicas e históricamente insatisfechas.

Pero lo que ocurre en Honduras, desde la mirada de defensoras de derechos de las mujeres, es la manifestación de una, de tantas formas que podría utilizarse para intentar dañar a Castro, una presidenta que no ha llegado a gobernar porque ni siquiera se le ha dado espacio para tomar posesión de su cargo.

Está claro que ser mujer, asumir poder y roles protagónicos, molesta. Y eso le ocurre a Xiomara Castro en este momento, porque ha mostrado que es una mujer sin miedo a las decisiones. “Más allá de esta crisis institucional, hay que plantear cómo podemos las mujeres gobernar porque estamos en distintas esferas y para gobernar tenemos que sentarnos a dialogar y hacer pactos políticos, a lo que no estamos acostumbradas”, explica Jessica Sánchez, defensora de los derechos de las mujeres.

Y es que generar pactos es algo a lo que, como dice Sánchez, “las mujeres no estamos acostumbradas” Pero llega el momento en el que se deben tener como opción esos pactos políticos y alianzas, como el que estableció Xiomara Castro con Salvador Nasralla”.

Pero, además, Sánchez afirma que el ejercicio de la política está determinado por “el canibalismo y el sectarismo político y esas situaciones no se están abordando y le están haciendo un enorme daño a Xiomara”, no como persona sino como presidenta de la República.

Para Cristina Alvarado, del Movimiento de mujeres por La Paz, Visitación Padilla, Castro enfrenta los obstáculos que afloran con los hilos invisibles del patriarcado, que buscan evitar que una mujer gobierne este país. “Es un reto para Xiomara Castro, pero ella debe gobernar desde la coherencia, con sensibilidad humana, con reconocimiento de las demandas, de los sectores históricamente excluidos de las decisiones de poder y de todas estas cosas que están en juego”.

Alvarado acota que “tanto las mujeres como los hondureños sabemos que todas esas esperanzas están cifradas en este proyecto político y por eso saben que es importante defenderlo y tener una postura”.

Diálogo y Conciliación

En la actualidad, Xiomara Castro está inmersa en una crisis que, para Joaquín Mejía, abogado especializado en Derechos Humanos, se deriva de un acto jurídico que, en el fondo, es una nueva manifestación de una crisis política que arrastra el pueblo hondureño desde el golpe de Estado del 2009 y que no se ha resuelto. “La salida, podríamos decir, que sea la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia; que sea el árbitro para dirimir este conflicto. Pero la Sala de lo Constitucional y esa Corte son parte del problema, no tienen legitimidad democrática para ser árbitro”.

Entonces, ¿qué queda?

Una salida dialogada y esa salida, como lo plantea el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), a través de Gabriela Castellanos, es mediante la instalación de una comisión de notables, integrada por gente de prestigio, con legitimidad democrática, que se convierta en árbitro, y que sea acompañada por la comunidad internacional.

La comunidad internacional debe reconocer que Honduras vive una crisis permanente desde el golpe de Estado, que no se ha resuelto y que, por lo tanto, no se pueden seguir adoptando medidas normales que son adecuadas en una situación de normalidad democrática, porque Honduras, desde el 2009, atraviesa una situación permanente de anormalidad democrática, de excepcionalidad democrática y de inconstitucionalidad permanente.

Por eso, quienes analizan la crisis del país consideran que es fundamental el acompañamiento internacional de manera digna y transparente para tener una salida no solo a esta crisis, en concreto, sino que a toda la crisis que arrastra el país y que no se ha resuelto, desafortunadamente, en más de una década.

Xiomara Castro por ahora ha asumido actitudes definitivas, actitudes de poder, bien posicionadas, porque está demostrando que una mujer puede tomar decisiones duras y difíciles. Las mujeres organizadas coinciden en señalar que las mujeres en Honduras poco a poco asumen poder, con más y mayores roles protagónicos, y sin miedo a las decisiones. También consideran que las mujeres “tenemos que estar allí para apoyarnos unas con otras, no solo como base, sino desde movimientos sociales, desde el feminismo, desde movimientos de barrio, pero siempre buscando un poder transformador y diferente, que es lo que hace la diferencia en un pueblo, transformar el odio en la conciliación, pasar de la corrupción a la veeduría”.

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