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En imágenes, así culminó Encuentro de Defensoras de los Bienes Comunes de la Naturaleza

Escrito por: Nancy García

Son las cinco de la mañana. Se oyen los pasos, el agua que cae y el canto de los pájaros. Se huele y siente el olor a café y la emoción de las mujeres por encontrarse con el mar. El centro Wagucha, en Trujillo, las recibe para finalizar el Encuentro de Mujeres Defensoras, un espacio que les permitió hablas de sus vidas, intercambiar experiencias y cimentar, con mayor fuerza, la convicción de lucha a favor de los bienes naturales de sus pueblos.

Wagucha es una palabra garífuna que significa nuestra raíz. Y su significado es oportuno y conciso para finalizar un encuentro con más de sesenta mujeres que observan y piden permiso al mar para poder navegar sobre sus olas saladas. A la par de ese mar, está el agua dulce, un río tierno y silencioso.

Las mujeres comienzan a nadar, disfrutan. Llegan niños y niñas de la comunidad. Transcurridas las horas, la facilitadora, Alexandra Suazo, las invita a formar un círculo para el ejercicio de sanación.

Foto: CESPAD.

Velas blancas, rosas blancas, papeles, lápices y sentadas en círculo, fue el inicio de un espacio para que las mujeres pudieran escuchar e iniciar el ejercicio de sanación.

Foto: CESPAD.

Las mujeres escuchan atentas a Alexandra Suazo, quién comienza la reflexión hablando de las cargas que han acumulado a la largo de la historia y que al no expresarse en palabras el cuerpo manifiesta el dolor.

Foto: CESPAD.

Cierran sus ojos y hacen introspección de lo que han guardado y buscan en sus memorias los dolores, sentires, las historias que han callado a lo largo de sus vidas.

Foto: CESPAD.

Las mujeres trazan un caracol con sus cuerpos. Desde la mayor a la menor.  Y en ese caracol se pide observar cómo las abuelas, madres y todas las ancestras han transmitido sabiduría.

Foto: CESPAD.

Agarran las velas, las encienden con fósforos y nombran a esa persona que ha sido importante en su andar. Los nombres comienzan a escucharse desde adentro del caracol hasta la última.

Foto: CESPAD.

Luego se comparte la flor. Está vez, son las más jóvenes las que comienzan. Comparten la flor con la compañera que tienen a su par y le regalen una frase. Algunas se dicen: “que la lucha te dé más fuerza”, “que seas feliz, ” es bonito haberte conocido”.

Foto: CESPAD.

En una hoja colocan las palabras que no pudieron decirle a una persona en su momento. Esa frase es para ellas. El fuego se las lleva.  El mar, el aire, las miradas y los textos se quedan en ese círculo y en ese instante en que las mujeres pudieron reflexionar.

Foto: CESPAD.

Se abrazan y agradecen. El sonido de los tambores se hace presente y la fiesta arranca con las cargas de sus hombros, hechas cenizas.

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